martes, 24 de enero de 2017

Una voce di notte, Una voz en la noche, Andrea Camilleri

Resultado de imagen de una voz en la nocheA veces he hablado de volver a los clásicos. La expresión la relaciono con volver a los libros en que sabemos que vamos a encontrar elementos literarios de primera magnitud; sabemos que vamos a disfrutar con la literatura, es decir, la escritura artística, la composición estética, la trama bien construida, la emoción de ese placer diferido que no me canso de reivindicar. Pero no suelo hablaros del otro sentido de la expresión que hace referencia a volver a lo que nos gusta, independientemente de su valor. Ejemplo gastronómico. Comemos en un restaurante michelín, impecable, auténtico, perfecto, es decir, el gusto por lo bueno; sin embargo esa tarde paseamos por el barrio y nos paramos en la panadería a comprarnos el merengue sencillo, previsible, conocido que siempre nos hemos comido. Pues eso es leer a Montalbano, un efecto clásico, reconocible y placentero.
Una de las virtudes de la serie Montalbano es que los libros se convierten en libritos y su lectura es para una tarde de lluvia, así que espero, con cierta paciencia a que llueva, me pertrecho y empiezo el libro. Otra de las cosas que sé cuando comienzo con Montalbano es que conforme comience el libro, mantendré su lectura hasta el final, es decir, me lo leeré en un rato, y eso es tan difícil de encontrar que lo aprecio como si fuera un tesoro. Gracias de nuevo Camilleri por conseguir ese efecto mágico de poder leer un libro de una sentada, me encanta, no tiene precio.
Ahora, seguro que muchas me preguntáis qué valor literario tiene, cuál es la técnica de composición, etcétera. Imaginemos que nunca os habéis acercado a este autor y  a este personaje, en este caso no podemos desligar a uno del otro, consiguen una simbiosis perfecta; entonces os diría que os vías a encontrar con una escritura arquetípica, previsible y que explota todos los tópicos de la Italia del sur: mafia, corrupción política, cabezonería; y además los tópicos recreados libro tras libro en la construcción arquetípica de los personajes, Catarella tonto entrañable, los compañeros del comisario contrapunto al mismo, el restaurante de Enzo idéntico, los platos de marisco y pescado presentes como un personaje y Vigatà espacio de recreación imaginario. Todo previsible, predecible, sin sorpresas. Incluso el comisario aparece con la construcción esperable: preocupación por la edad, broncas con su novia. Sí, todo esperable, exactamente en el esquema previsto, sin irse ni una coma. Maravilloso.
Camilleri no se olvida del fuerte compromiso social y de su feroz crítica a jueces o políticos corruptos que solo miran por su interés.


¿En qué país se había visto que un ministro en ejercicio llegara a decir que había que convivir con el crimen organizado? ¿En qué país se había visto que un senador, condenado en primera instancia por estar en connivencia con la mafia, volviera a presentarse y fuera reelegido? ¿En qué país se había visto que un diputado regional, condenado en primera instancia por haber ayudado a mafiosos, fuera nombrado senador? ¿En qué país se había visto que alguien que había sido ministro y primer ministro unas cuantas veces viera que se confirmaba de manera definitiva su delito de connivencia con la mafia, por mucho que ya hubiera prescrito, y siguiera ejerciendo de senador vitalicio?

Tampoco se olvida de su compromiso con el medio ambiente y su amado Mediterráneo que muere a paso lento por culpa de la contaminación y la sobreexplotación.


¡Pues claro que los peces ni se acercaban! Las playas se habían convertido en sucursales de los vertederos, y la costa entera, en la desembocadura de las cloacas.

Y no olvida, en ninguna de las entregas, pegar un toque de atención al falso periodismo de tertulianos estúpidos y periodistas con la cultura de una seta que pontifican sobre l bien y el mal, sobre una ética trivial e insulsa.

Sin embargo, los periodistas como Ragonese solo escuchaban una voz, la de su amo. Y con frecuencia no podía decirse que lo hicieran por dinero.
Entonces… ¿por qué? Solo cabía una respuesta: porque tenían alma de siervo. Eran voluntarios entusiastas del servilismo, caían de rodillas ante el poder, fuera cual fuese.
La novela, como siempre, la publica Salamandra, y aquí os dejo datos de interés.
Título original: Una voce di notte

ISBN: 978-84-9838-744-5
Número de páginas: 224
Tipo de edición: Rústica con solapas
Sello editorial: Salamandra
Colección: Narrativa
PVP: 16,00 €
ISBN e-book: 978-84-1563-138-5
PVP e-book: 9,99 €

El día de su cincuenta y ocho cumpleaños, el comisario Salvo Montalbano tiene un altercado en la autopista con un conductor imprudente, un joven que resultará ser el hijo del presidente provincial. Esa misma noche se produce un extraño robo en un supermercado controlado por la familia Cuffaro, una de las más notorias de la mafia local. Cuando Guido Borsellino, el director del establecimiento, se suicida tras el durísimo interrogatorio al que lo someten Montalbano y Mimì Augello, que lo acusan de haber amañado el robo, la opinión pública pondrá al comisario y a sus hombres contra las cuerdas. Pero las cosas se complican aún más cuando la jovencísima prometida de Giovanni Strangio, el conductor temerario, aparece salvajemente acuchillada en casa de éste. Los obstáculos se suceden durante las pesquisas, y Montalbano se verá envuelto en una doble trama en la que el crimen organizado y la política parecen estar dándose la mano por debajo de la mesa. Borsellino, por supuesto, no se suicidó, y para descubrir el secreto que se llevó a la tumba, Salvo decide actuar por su cuenta y tirar de todos los cabos sueltos que tiene al alcance de su intuición. Las dos investigaciones se entrecruzarán y la incómoda verdad será una prueba más de la infinita dimensión que puede alcanzar la miseria humana.

En esta nueva aventura, compleja, siniestra y fascinante a un tiempo, el comisario Montalbano se muestra más escéptico e irreverente que nunca, y no duda en tomar carreteras secundarias para seguir su instinto infalible hasta el final. Vigàta y Montalbano son siempre los mismos, pero, en cierto modo, crecen y se transforman con cada nuevo caso.

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